Dormir bien no es solo una cuestión de sentirse descansado al despertar. Es una pieza clave para cuidar de nuestra salud mental y protegerla frente al deterioro o la mejora de problemas mentales existentes en todas las edades. La National Sleep Foundation, señala la relación entre el sueño y la salud mental para hacer un llamamiento público sobre la importancia y el impacto positivo de tener hábitos de sueño saludables.

Dormir bien es invertir en bienestar emocional

Una buena calidad de sueño ayuda a regular nuestras emociones, mejora el estado de ánimo, reduce la ansiedad, el estrés y favorece el funcionamiento cognitivo.También influye directamente en nuestra capacidad para concentrarse, tomar decisiones o mantener relaciones sociales saludables.

En cambio, la falta de sueño no es solo una consecuencia, sino también la causa de:

• Mayor irritabilidad y tristeza.
• Aumento de la reactividad emocional, estados de ánimo negativos o síntomas depresivos.
• Dificultades para gestionar el estrés y las emociones.
• Riesgo más elevado de sufrir trastornos mentales, incluido el pensamiento suicida Bernert et al., 2015.

¿Qué podemos hacer como sociedad?

La National Sleep Foundation propone un enfoque integral para afrontar esta realidad desde todos los ámbitos:

A nivel individual y familiar:

• Darle al sueño la importancia que merece.
• Fomentar rutinas regulares desde la infancia.
• Promover ambientes de descanso saludables (oscuros, silenciosos y frescos).
• Estar atentos a señales como somnolencia diurna o cambios de humor o problemas de atención.

En el ámbito sanitario:

• Incorporar evaluaciones del sueño en las revisiones médicas.
• Tratar el sueño como parte fundamental del abordaje de la salud mental.
• Desarrollar procedimientos para recopilar datos sobre el sueño e identificar indicadores de riesgo .
• Incorporar el sueño saludable en la oferta de salud mental.

En la educación y las políticas públicas:

• Enseñar en los distintos niveles educativos la relación entre sueño y salud emocional.
• Promover programas que mitiguen los riesgos en colectivos vulnerables como personal militar, escolares, víctimas de traumas, padres de recién nacidos, entre otros).
• Dedicar recursos para minimizar la desigualdad en el acceso a los tratamientos que mejoran el sueño y la salud mental.
• Retrasar el inicio de las clases de los adolesente a las 8:30 o más tarde.
• Eliminar el cambio horario y adoptar permanentemente la hora estándar.

En las empresas:

• Sensibilizar a los empleados sobre la importancia de dormir bien.
• Ofrecer horarios flexibles o adaptar turnos o eliminarlos si es posible.
• Incluir seguros de salud que incluyan programas para promover el sueño.
• Promover entornos de trabajo que faciliten el sueño saludable y la salud mental.

En la investigación:

• Financiar estudios que analicen el impacto del sueño en la salud mental, especialmente en poblaciones vulnerables o con difícil acceso a la sanidad.

Datos que no podemos ignorar

Según las encuestas nacionales Sleep in America® 2023 y 2024, realizadas por la National Sleep Foundation:

• Más del 40 % de los adolescentes que duermen menos de lo recomendado reportan síntomas de depresión.
• Quienes no están satisfechos con su sueño también presentan niveles elevados de malestar emocional.
• En cambio, más del 90 % de quienes tienen una buena salud del sueño reportan niveles mínimos o nulos de síntomas depresivos.

Una llamada a la acción

Cuidar nuestro descanso no es un lujo, es una necesidad para proteger nuestra mente. Desde la Cátedra del Sueño Gomarco de la Universidad de Murcia, insistimos en la importancia de promover hábitos de sueño saludables desde edades tempranas y en todos los entornos: hogar, escuela, trabajo, sistema sanitario y políticas públicas.

Dormir bien es cuidar nuestra salud mental. Y cuidar nuestra salud mental, es dormir mejor.